Adrià Goula: “Con una buena foto de arquitectura puedes simular los valores de una obra”

2018-05-11

Como venimos defendiendo en este blog y en nuestros diferentes canales sociales, arquitectura y fotografía son dos disciplinas que van de la mano. Solo hay que buscar en Instagram hashtags como #arquitectura o #arquitecturabarcelona para ver que, el arte de hacer fotos puede servir también para dar a conocer una obra arquitectónica. Ambas disciplinas se unen en la figura de Adrià Goula, arquitecto de formación que, tras un periodo ejerciendo su profesión, derivó hacia el campo de la fotografía, que le ha permitido realizar más de 1.000 encargos para arquitectos de renombre e instituciones públicas  y privadas. Sirva como ejemplo el trabajo que realizó en los Midtown Apartments.

Fotografía de Midtown Apartments realizada por Adrià Goula ©Adrià Goula

Según consta en tu página web, eres arquitecto y te fuiste decantando por la fotografía por experimentar. ¿Cómo fue ese paso?

En la carrera tienes que utilizar varios instrumentos para hacer propuestas y la fotografía entra dentro de los instrumentos que vas empleando. Entonces empecé a sentirme cómodo con este medio. Me gustaba la rapidez con que los proyectos se materializaban haciendo fotografía, comparado con la lentitud que tiene la arquitectura.

¿A pesar de que era analógico?

Sí, a pesar de que era analógico. También el hecho de que no había tanta gente ni tanto dinero implicado, con lo cual podía ser mucho más libre. El problema de la arquitectura es que estás solucionando cosas para gente. Tengo una gran admiración por los buenos arquitectos porque sé lo difícil que es hacer buena arquitectura. Sólo llegar a construir algo que se le pueda llamar arquitectura es un reto considerable que yo creo que actualmente está bastante poco considerado, comparado con otras carreras o profesiones que tienen la misma dificultad.

En la fotografía también tienes un cliente que te pide, aunque el campo de actuación es más amplio

Sí. Y de hecho, si no lo haces bien, no pasa nada. La responsabilidad es mucho menor con lo cual puedes arriesgar más. El coste también es menor con lo cual si se tiene que repetir lo puedes asumir.

¿Llegaste a asumir algún proyecto de arquitectura?

Sí, sí. Edifiqué y trabajé en despachos importantes. Aquí, con Enric Miralles y en Francia con Yves Lion.

¿Allí surgió el primer encargo?

Eso es. Aquí había trabajado bastante en arquitectura y pensaba que me dedicaría a esto. Incluso acabé teniendo despacho propio con mi socia, que era mi pareja en ese momento. Pero con la crisis empezamos a tener menos proyectos. También nos separamos como pareja y, entonces, empecé esta nueva vida como fotógrafo.

¿Pero alcanzaste a fotografiar tus proyectos?

En casa de herrero, cuchillo de palo. [Risas] Hice fotos de un proyecto, pero es que acabas tan hastiado de él que ya no puedes ni verlo. De hecho, del proyecto que hice fotos, las hice al cabo de unos meses. Hacer obras de arquitectura supone un esfuerzo tremendo a nivel psicológico y físico. Tiene incluso algo de titánico. Es como ir apartando todas las cosas que impiden que aquello sea lo que tú piensas que tiene que ser.

¿Como ir contra la corriente?

Efectivamente, el mundo se ordena según unas leyes naturales de entropía, mientras que hacer arquitectura es crear una diferencia en este mundo. Con lo cual, por definición, es ir contra las leyes de todo. Generar un orden en medio de este caos. Este orden se gana luchando. En principio lo luchabas contra el entorno, pero ahora lo luchas contra las normativas, contra los presupuestos y contra las ideas rocambolescas de los clientes.

¿Fue entonces cuando sentiste que la fotografía te daba más?

En cierta parte sí. Lo que pasa es que los buenos arquitectos son capaces de tener en mente todo lo que se tiene que hacer y, a la vez, ser creativos. Esto es muy difícil porque normalmente sólo conseguir que las cosas funcionen ya es muy difícil. La arquitectura es capaz de hacer cuadrar las cosas. Tiene diferentes niveles de complejidad que se tienen que ir resolviendo uno por uno.

Y cuanto más bueno eres, más niveles tienes: cómo resolver la relación costes/eficiencias, el tema energía, la parte ecológica. Una buena obra consiste en muchos niveles de complejidad resueltos de una manera en la que todos estén solucionados. Encontrar el encaje de todo esto sólo se logra al hacer prueba y error, con lo cual sólo se consigue con mucho trabajo.

¿Una buena foto arquitectónica qué incluye?

Para mí una buena foto de arquitectura es aquella en que coincide que lo que organiza el espacio arquitectónico organice también la fotografía. Si hay simetrías que aparezcan simetrías, si hay paralelismos que aparezcan paralelismos. Para mí es una aproximación bastante geométrica, pero que consigue transportar lo que es importante de la experiencia arquitectónica a una fotografía. Con ello puedes simular cuales son los valores de aquella obra.

¿Crees que el haber estudiado arquitectura te ha hecho entender más esta fotografía?

Me sigo considerando arquitecto. Lo que pasa es que proyecto con fotografías. Hay una exposición ahora en New York que se llama “Image building”, que habla de cómo las imágenes construyen arquitectura. La reflexión que hace el comisario es que actualmente el propio proyecto no solo debe mostrar unas cosas sino saberlas transmitir. Con lo cual el fotógrafo queda integrado en el proyecto arquitectónico. La gente conocerá el proyecto en un 90% a través de la fotografía. Lo que me gusta de mi trabajo es que me siento incluido en la obra. El poder trabajar con Flores & Prats, Mateo o uno que acaba de empezar, pero que han puesto toda su alma en una obra y yo voy allí a reflejarla, me hace sentir como el último escalón de lo que es aquello como arquitectura. De hecho, tú estas diciendo cómo se tiene que mirar el proyecto y cuáles son sus cosas importantes, evidentemente sin eliminar la experiencia arquitectónica.

Fotografía arquitectónica realizada por Adrià Goula ©Adrià Goula

Hemos visto que también estás trabajando el vídeo. De arquitecto a fotógrafo, de fotógrafo a videografo…, ¿cómo se traduce esto?

El tema del vídeo aparece en el momento en que las cámaras de foto permiten hacer vídeo. Antes, la aproximación a la arquitectura era desde el punto de vista del fotoreportaje. En el momento en que las cámaras son capaces de grabar también, nos permite usar lentes descentrables y grandes angulares que no deforman en vídeo. Con lo cual puedes adaptar la mirada fotográfica a una cinematográfica. Y en este aspecto hay mucho campo por recorrer. Cada vez puedes inventarte una cosa, porque no hay nadie que lo haya inventado.

¿Pero el objetivo es la experiencia?

Creo que las tecnologías son siempre cosas que se solapan, no eliminan a las anteriores. La experiencia arquitectónica es una, la fotográfica es otra  y la comunicación audiovisual es otra. La comunicación audiovisual no viene del hecho arquitectónico, sino del hecho de ser consumida a través de internet. El hecho de que la gente esté todo el día en lo audiovisual, permite que una pueda poner una cápsula de dos minutos sobre un edificio.

¿Qué traducción tiene esto a nivel comercial?

Te lo explicaré comparándolo con otro sector como es el de la moda. Tú haces un anuncio o fotos o videos y de ello depende que se vendan millones de camisetas. En la arquitectura esto no pasa. El edificio ya está terminado, pagado y no se puede mover. Con lo cual no tiene un interés comercial, sino cultural. Económicamente, no hay un filón que podemos explotar. Hay ciertas empresas relacionadas con la arquitectura que empiezan a hacer vídeos. Pero no tiene el impacto que en otros campos.

Dicen que para el 2020 el vídeo va a ocupar el 80% del espacio en Internet

Me lo creo. Uno de los problemas que tiene la foto de arquitectura es que tiene un techo relativamente bajo. Eres tú haciendo fotos un día y con un presupuesto que no puede ser desorbitado. Cuando hablas de vídeo puedes hacer muchas más cosas. Si se tienen los recursos, se pueden hacer cosas muy interesantes.

¿Cuál es tu proyecto fotográfico ideal? ¿Rehabilitación, obras nuevas, paisaje urbano?

No depende del proyecto en sí, sino de la calidad arquitectónica. Cuando ves que alguien ha puesto su vida ahí, es muy potente fotografiarlo, porque hay un mundo en sí. Es como entrar a ver las cosas desde los ojos de alguien. Cuando ves mala arquitectura, lo que pasa es que las cosas no cuadran. Unas partes del edificio dicen unas cosas y otras dicen otras cosas. No están hablando de lo mismo. En cambio, cuando ves una buena obra es alucinante ver como alguien ha conseguido cuadrarlo todo. Las formas, las luces, la manera de pasearte por dentro…

 

Es sorprendente que sepas identificar todos estos detalles

Claro porque todo esto es experimentado de manera intuitiva por los que no son expertos. Lo que hace la profesión de arquitecto es separártelo todo para que puedas trabajar en cada uno de estos aspectos. Es como ver una película y decir me ha gustado o no me ha gustado. Pero viene alguien del sector audiovisual y dice “a ver, del guión había cosas que me han gustado”.

¿Qué piensas del trabajo de rehabilitación que se lleva a cabo en Barcelona?

En general, creo que la rehabilitación en Barcelona ha sido un fenómeno muy importante en los últimos años. Realmente reconstruir la ciudad por dentro es como lo único que se ha hecho en estos años de crisis. De hecho hay muchos trabajos de fotografía sobre obras de rehabilitación que han sido muy bonitos. Parecía que la ciudad no cambiaba y lo que realmente ha hecho es renovarse por dentro. Como metáfora sirve bastante. De esto salieron trabajos fotográficos que han sido expuestos en la Bienal de Venecia. Es de alguna manera la reivindicación de lo poético de la obra de rehabilitación. Porque realmente no lo parece pero cuando te pones manos a la obra con una rehabilitación es como muy sucio, tienes que desmontar obras.

¿Qué es más difícil comenzar de cero o rehabilitar?

Siempre es más fácil comenzar de cero. Rehabilitar es como una especie de demolición a medias, como de arqueología y se producen escenas brutales, interiores que parecen exteriores, que parecen ruinas construidas. Se han hecho cosas muy espectaculares en este sentido.

¿Crees que la arquitectura debe estar al servicio de la estética o de la funcionalidad?

La obra arquitectónica tiene diferentes niveles de complejidad. La estética creo que se podría definir como la forma visual de la buena resolución de todos estos niveles. Cuando una cosa la encuentras bonita es porque están bien resueltos todos los aspectos que implican hacer aquella cosa. Es decir, la estética valora la coherencia interna de la resolución de todas las problemáticas que habían implicadas en hacer el objeto.

¿En qué estás trabajando ahora mismo? ¿Presentarás algún trabajo de cara a la semana de la arquitectura?

No tengo nada previsto. Tengo bastante trabajo y si me proponen cosas, pues las hago. Tengo mucho trabajo profesional y también me estoy empezando a dedicar bastante a mi obra personal.

Según hemos podido ver en tu página web, no te quedas solo en la fachada, sino que intentas entender cada elemento que está en la obra.

Lo bonito de las obras es que ellas mismas hablan. Hay un interés en la valoración de la complejidad y la imperfección. La belleza de lo imperfecto y lo complejo. La realidad produce unos niveles de complejidad que se formalizan en una serie de elementos que contienen esta imperfección. Esto no lo valoramos porque no entran en nuestros cánones de perfección abstracta, pero creo que se aproxima mucho más a cómo somos nosotros realmente.

Plasmar esa imperfección a nivel arquitectónico no parece sencillo

No, y aquí está mi dualidad como artista. De día hago fotos de edificios pulcros, perfectos y todo bien cuadrado y alineado. Y de noche, hago fotos de toda esta complejidad e imperfección, intentando ponerla en valor y ver que en realidad es muy cercana a nosotros. Esto define quizás más nuestra personalidad íntima, porque lo primero tal vez define nuestros anhelos e ilusiones.

Fotografía de la nueva Sala Beckett  realizada por Adrià Goula ©Adrià Goula

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