Entrevista a Salvador Andreu, bisnieto del Doctor Andreu

2017-03-23

En un piso bajo del barrio de Sant Gervasi, a unos 200 metros de La Rotonda, nos encontramos con Salvador Andreu, bisnieto del famoso Doctor Andreu, el de las pastillas para la tos. En su oficina ha erigido un auténtico museo sobre la figura del eminente farmacéutico y su obra. Allí encontramos recetarios, orlas, objetos personales y casi un centenar de escrituras de propiedad correspondientes a otras tantas fincas que el Doctor Andreu adquirió en el Eixample. Se inicia entonces una apasionante conversación sobre arquitectura y urbanismo que nos lleva a la Barcelona del XIX, la de la Ciudad de los Prodigios, la que se arrancó la camisa de fuerza que la mantenía aprisionada entre sus murallas y se expandió hasta absorber villas como Gràcia, Sant Martí o el propio Sant Gervasi.

Lo primero que me llama la atención de usted, Salvador, es que se llama como su bisabuelo… ¿Es un nombre típico en la familia que se hereda de padres a hijos?

Algo parecido. Hasta la fecha ha habido cinco personas llamadas así en la familia. Y sí que tiene un poco que ver con la idea más romántica del primogénito. Aunque tenemos una anécdota tenebrosa con el nombre que, afortunadamente, se ha roto.  Mi bisabuelo se llamaba Salvador Andreu. A su primogénito le puso también ese nombre, y murió de tuberculosis a los 37 años…A su muerte, el segundo hijo varón pasó a ser el mayor, l’hereu. Ese era mi abuelo , José Andreu, quien a su vez tuvo otros hijos. Al mayor le llamó Salvador, y también murió joven y sin descendencia por una bronquitis. Al morir mi tío Salvador pasó a ser el mayor  mi padre.

Y cuando yo nací me pusieron Salvador. Toda la familia se revolucionó: “Salvador es un nombre maldito”. Y por eso me pusieron Salvador José, aunque todo el mundo me llama Salvador… y de momento sigo vivo (se ríe). Y mi hijo mayor también se llama Salvador. Supongo que ha habido una admiración por ese nombre en nuestra familia. 

 

 

Se ve usted muy joven para haber conocido al Doctor Andreu…

No lo conocí. Yo tengo 59 años. Nací en enero de 1958

Entonces, si los cálculos no me fallan, hay un espacio de 30 años entre el fallecimiento de su bisabuelo y su nacimiento ¿Cómo se transmite la memoria del Doctor Andreu a través de la familia y qué recuerdos le llegan a usted?

Yo cuando era pequeño no tenía ninguna consciencia de ser el bisnieto del Doctor Andreu. En la familia este hecho se vivía con normalidad. Éramos una familia absolutamente normal. Aunque sí que había una serie de aspectos muy particulares que me hicieron advertir que realmente ha habido una historia importante alrededor de la figura de mi bisabuelo. ¿De qué manera? Por su legado. El Tibidabo era como nuestra casa. Íbamos allá y todo el personal nos trataba muy bien. En la Cerdanya también había una herencia muy potente de la familia Andreu, que eran las casas del lago…Poco a poco me fue llamando la atención y me fui interesando en la figura y en el personaje para conocerlo mejor.  

Suena un poco vanidoso decirlo, pero mi bisabuelo  fue el mayor propietario de fincas de Barcelona. Tenía alrededor de 100 fincas. Y las tengo documentadas. Cada una de ellas con una fotografía y planos de la época, descripciones…La posesión de tantas fincas a mí me llamaba la atención, porque casi casi allá donde ibas era una finca de él.

Sobre eso que comenta, L’Esquerra de l’Eixample, toda la parte alta, todo promocionado y edificado por el Doctor Andreu… al final, ¿tenía sensación de propiedad?

No de propietario en el sentido de ostentación, sino de estar en casa. No lo digo con ningún sentido de soberbia, ni muchísimo menos… es de sentirte un poco como en casa. Y mucho más, supongo,  sería el caso de  la generación de mi abuelo… Mire, tengo fotografías de cómo era el paseo de San Gervasio en los años 20 y años 10. Cuando mi abuelo era un niño esto era una calle deshabitada prácticamente. Por aquí no pasaba nadie. Y era como si estuvieras en una urbanización de cuatro amigos… Será que uno es más nostálgico y todo este tema me ha interesado siempre.

De manera que se ha ido convirtiendo usted en el depositario del legado del Doctor Andreu…

Sí, sí, un poco… o mucho. Supongo que mi afición a la historia en general, y en particular la de mi familia, y mi pulcritud por tener las cosas cuidadas ha hecho que la familia me haya depositado esta tarea. Aunque eso no quiere decir que muchos miembros no guarden también sus cosas, las más queridas. Pero las que ninguno sabe qué hacer con ellas, me las dan a mí.

 Entonces, se podría decir que es usted la persona que mejor conoce al Doctor Andreu, que mejor ha llegado a entender su obra, su trabajo... ¿Nos podría explicar cómo cree usted que era?

Yo no sé si soy el que mejor lo conoce, pero el que más ha hecho por intentar conocerlo seguro. Me he documentado todo lo que he podido, he intentado cruzar información de distintas fuentes… La verdad que era una persona sencilla, humilde, trabajadora, respetuoso de Dios y era un hombre muy trabajador. Lo que más me sorprende, por su aspecto, por su carácter, es lo emprendedor que era. Parece que esta cualidad hoy día va más con personas de carácter extrovertido y él era lo contrario, más bien una persona tranquila.

¿Cómo descubre usted ese carácter?

A través de sus memorias. Las escribió entre 1905 y 1924. Una página y media por año. Y hace un resumen de aspectos personales y familiares, y también una revisión de lo que ha ocurrido en el año. Habla de la  Primera Guerra Mundial, de atentados anarquistas en Barcelona… o sea es un verdadero documento histórico. Cuando lo lees aprendes a entender cómo percibía las cosas. Demuestra una sensatez, una serenidad y una ponderación que me parece excepcional.

Pero a la vez era un emprendedor soñador que fue capaz además de realizar esos sueños. Que eso realmente es lo más bonito, hacer lo que hizo contra viento y marea. En aquella época fue algo excepcional. No olvidemos que por 1880, cuando él rondaba los 40 años, ya tenía en mente la idea de organizar el Tibidabo. Ese año todavía se estaban tirando las últimas murallas de Barcelona. La gente iba a veranear a Sarrià y el Tibidabo les quedaba lejísimos y urbanizarlo era una empresa complicadísima.

Todo un visionario, desde luego…

Así era él. Un hombre muy emprendedor, pero a la vez una persona humilde, muy sencillo y… muy listo también. Empezó a comprar fincas, aunque en aquella época tampoco es que fuera un gran negocio tener patrimonio inmobiliario. Durante muchísimos años, las rentas estaban protegidas primero por unos  gobiernos y luego por otros, y los propietarios de fincas se las veían y deseaban para rentabilizar una finca. Empezó a comprar fincas fuera de lo que era Barcelona, en l’Eixample. Se metió en un grupo que impulsaba la urbanización de lo que se llamaba Riera de Maya, que era la Rambla Cataluña para dar acceso a las fincas que él había comprado.

Era un hombre honesto, nada ambicioso, pero tonto no era. No perdía el tiempo, hacía todo lo mejor que podía para favorecer sus sueños y sus proyectos. El tranvía que alcanzó la parte alta de Barcelona llegaba hasta la Plaza Bonanova. Pues él desde ahí, hizo el tranvía azul y puso un hotel justo por donde pasaba el tranvía que venía de Barcelona. Había una planificación. No todo estaba hecho por que sí. Era una persona realmente muy emprendedora, pero a la vez una persona sencilla, humilde, sin ningún tipo de ambición. Nada que ver con lo que sería ahora el típico tiburón. Era como era la gente en aquella época, mucho más soñadores. Era una época más romántica, no es que la quiera idealizar  ni mucho menos… pero yo creo que era más habitual esta representación de éste tipo de persona.

Hablaba antes del Hotel Metropolitan, que después fue Hotel La Rotonda . ¿Qué recuerdos tiene usted de La Rotonda?

El primer recuerdo me parece que es una comunión. Se hacían celebraciones familiares, pero concretamente esa comunión me parece que ni siquiera fue de un familiar Andreu, si no que fue de un amigo porque era un lugar donde se celebraban habitualmente bodas, festejos etc. Era de un amigo que celebraba y yo fui como invitado. Recuerdo asistir a distintas celebraciones. No es que yo fuera muy frecuentemente a La Rotonda, aunque viviera yo aquí. También había asistido alguna vez a alguna boda cuando ya era un poco más mayor, con 14 o 15 años… Recuerdo sobre todo el salón principal, aquel entorno de otra época, antiguo, los camareros eran más formales.

 

 

Desde la perspectiva familiar, ¿cómo nace este proyecto?

Con la promoción de la avenida del Tibidabo, el Doctor Andreu quería cumplir su último sueño, urbanizar el Tibidabo y construir un parque de atracciones. La idea era dar acceso para que la gente pudiera llegar allí y aprovechar la plataforma de mirador natural que es y crear una serie de actividades que tuvieran una utilidad de entretenimiento. Así se urbanizó la avenida del Tibidabo, se construyó el tranvía… y se colocó un hotel, que al principio fue el Metropolitan y luego ya se quedó con el nombre de La Rotonda.

Primero fue hotel, luego clínica, después la decadencia y su rehabilitación por parte de Núñez i Navarro… ¿Qué sintieron cuando vieron la lona descubierta y que se había recuperado La Rotonda?

Una alegría enorme. Por una parte una pena, dio pena desprenderse de ella. No dejaba de ser un elemento bastante representativo de ese último proyecto de mi bisabuelo: La Rotonda, la Avenida del Tibidabo, el funicular y el Tibidabo. Pero en aquel momento a la familia le interesó y nos pusimos de acuerdo.

Y ahora, volver a verla brillante y rehabilitada… acabó siendo lo que yo imaginaba. El exterior es exactamente el mismo. Desde fuera no ves en absoluto ningún cambio. Está mejor porque está rehabilitada y eso nos produjo una gran alegría.  Al final ahí está, lo importante es que esté y si alguien quiere recordar que fue del Doctor Andreu en su día, pues qué bien. También otros lo recordarán como una acertada obra de Adolf Ruiz Casamitjana... Pero al final ahí está y en su esplendor otra vez, y por lo tanto estamos encantados. Desde mi punto de vista ha quedado impecable. Además, el interior me ha parecido una solución muy curiosa y muy en la línea de aunar una parte protegida y emblemática con una parte funcional o moderna. A mí la verdad que el resultado me ha gustado mucho.

Ustedes participaron en una visita privada para la familia. Previamente se organizaron unas jornadas de puertas abiertas en las que hasta 6.000 personas vinieron a ver La Rotonda en un fin de semana. ¿Qué le dice este dato?

Pues no lo conocía, pero me alegra mucho saberlo. Suponía que podía haber un cierto interés, por todo lo que suponía el edificio, pero no imaginaba que podía ser tanto. Muchas felicidades.

Y ya para acabar, dígame tres adjetivos para definirla actualmente

Yo diría: histórica, entrañable y un lugar donde estar, aunque no sea un adjetivo. Desde el punto de vista empresarial, si yo tuviera una empresa, para mí sería un lugar en el que me gustaría estar hoy por hoy.

Imagen eliminada.

 

 

I quan jo vaig néixer em van posar Salvador. Tota la família es va revolucionar: "Salvador és un nom maleït". I per això em van posar Salvador José, encara que tothom em crida Salvador... i de moment segueixo viu (riu). I el meu fill major també es diu Salvador. Suposo que hi ha hagut una admiració per aquest nom en la nostra família.

 

 

Es veu vostè molt jove per haver conegut al Doctor Andreu...

No ho vaig conèixer. Jo tinc 59 anys. Vaig néixer al gener de 1958

Llavors, si els càlculs no ens fallen, hi ha un espai de 30 anys entre la defunció del seu besavi i el seu naixement Com es transmet la memòria del Doctor Andreu a través de la família i quins records li arriben a vostè?

Jo quan era petit no tenia cap consciència de ser el besnét del Doctor Andreu. En la família aquest fet es vivia amb normalitat. Érem una família absolutament normal. Encara que sí que hi havia una sèrie d'aspectes molt particulars que em van fer advertir que realment hi ha hagut una història important al voltant de la figura del meu besavi. De quina manera? Pel seu llegat. El Tibidabo era com nostra casa. Anàvem allà i tot el personal ens tractava molt bé. A la Cerdanya també hi havia una herència molt potent de la família Andreu, que eren les cases del llac... Poc a poc em va ser cridant l'atenció i em vaig ser interessant en la figura i en el personatge per conèixer-ho millor.

 Sona una mica fanfarró dir-ho, però el meu besavi va ser el propietari més gran de finques de Barcelona. Tenia al voltant de 100 finques. I les tinc documentades. Cadascuna d'elles amb una fotografia i plànols de l'època, descripcions... La possessió de tantes finques a mi em cridava l'atenció, perquè gairebé allà on anaves era una finca d'ell.

Sobre això que comenta, L'Esquerra de l'Eixample, tota la part alta, tot promocionat i edificat pel Doctor Andreu... al final, tenia sensació de propietat?

No de propietari en el sentit d'ostentació, sinó d'estar a casa. No ho dic amb cap sentit de supèrbia, ni moltíssim menys... és de sentir-te una mica com a casa. I molt més, suposo, seria el cas de la generació del meu avi... Miri, tinc fotografies de com era el passeig de Sant Gervasi en els anys 20 i anys 10. Quan el meu avi era un nen això era un carrer deshabitat pràcticament. Per aquí no passava ningú. I era com si estiguessis en una urbanització de quatre amics... Serà que un és més nostàlgic i tot aquest tema m'ha interessat sempre.

De manera que s'ha anat convertint vostè en el dipositari del llegat del Doctor Andreu...

 Sí, sí, una mica... o molt. Suposo que la meva afició a la història en general, i en particular la de la meva família, i la meva netedat per tenir les coses cuidades ha fet que la família m'hagi dipositat aquesta tasca. Encara que això no vol dir que molts membres no guardin també les seves coses, les més volgudes. Però les que cap sap què fer amb elles, me les donen a mi.

Llavors, es podria dir que és vostè la persona que millor coneix al Doctor Andreu, que millor ha arribat a entendre la seva obra, el seu treball... Ens podria explicar com creu vostè que era?
Jo no sé si sóc el que millor ho coneix, però el que més ha fet per intentar conèixer-ho segur. M'he documentat tot el que he pogut, he intentat creuar informació de diferents fonts... La veritat que era una persona senzilla, humil, treballadora, respectuós de Déu i era un home molt treballador. El que més em sorprèn, pel seu aspecte, pel seu caràcter, és l'emprenedor que era. Sembla que aquesta qualitat avui dia va més amb persones de caràcter extravertit  i ell era el contrari, més aviat una persona tranquil·la.

 

Com descobreix vostè aquest caràcter?

 A través de les seves memòries. Les va escriure entre 1905 i 1924. Una pàgina i mitjana per any. I fa un resum d'aspectes personals i familiars, i també una revisió del que ha ocorregut l'any. Parla de la Primera Guerra Mundial, d'atemptats anarquistes a Barcelona... o sigui és un veritable document històric. Quan ho llegeixes aprens a entendre com percebia les coses. Demostra una sensatesa, una serenitat i una ponderació que em sembla excepcional.

 Però alhora era un emprenedor somiador que va ser capaç a més de realitzar aquests somnis. Que això realment és el més bonic, fer el que va fer contra vent i marea. En aquella època va ser alguna cosa excepcional. No oblidem que per 1880, quan ell rondava els 40 anys, ja tenia al cap la idea d'organitzar el Tibidabo. Aquest any encara s'estaven tirant les últimes muralles de Barcelona. La gent anava a estiuejar a Sarrià i el Tibidabo els quedava molt lluny i urbanitzar-ho era una empresa complicadíssima.

Tot un visionari, per descomptat...

 Així era ell. Un home molt emprenedor, però alhora una persona humil, molt senzill i... molt llest també. Va començar a comprar finques, encara que en aquella època tampoc és que fos un gran negoci tenir patrimoni immobiliari. Durant moltíssims anys, les rendes estaven protegides primer per uns governs i després per uns altres, i els propietaris de finques les hi veien i desitjaven per rendibilitzar una finca. Va començar a comprar finques fora del que era Barcelona, en l'Eixample. Es va ficar en un grup que impulsava la urbanització del que es deia Rigués de Maya, que era la Rambla Catalunya per donar accés a les finques que ell havia comprat.
Era un home honest, gens ambiciós, però ximple no era. No perdia el temps, feia tot el millor que podia per afavorir els seus somnis i els seus projectes. El tramvia que va aconseguir la part alta de Barcelona arribava fins a la Plaça Bonanova. Doncs ell des d'aquí, va fer el tramvia blau i va posar un hotel just per on passava el tramvia que venia de Barcelona. Hi havia una planificació. No tot estava fet perquè sí. Era una persona realment molt emprenedora, però alhora una persona senzilla, humil, sense cap tipus d'ambició. Res a veure amb el que seria ara el típic tauró. Era com era la gent en aquella època, molt més somiadors. Era una època més romàntica, no és que la vulgui idealitzar ni molt menys... però jo crec que era més habitual aquesta representació d'aquest tipus de persona.

Parlava abans de l'Hotel Metropolitan, que després va ser Hotel La Rotonda . Quins records té vostè de la Rotonda?

El primer record em sembla que és una comunió. Es feien celebracions familiars, però concretament aquesta comunió em sembla que ni tan sols va ser d'un familiar Andreu, si no que va ser d'un amic perquè era un lloc on se celebraven habitualment noces, festejos, etc. Era d'un amic que celebrava i jo vaig ser com convidat. Recordo assistir a diferents celebracions. No és que jo fos molt freqüentment a la Rotonda, encara que visqués jo aquí. També havia assistit alguna vegada a algunes noces quan ja era una mica més major, amb 14 o 15 anys... Recordo sobretot el saló principal, aquell entorn d'una altra època, antic, els cambrers eren més formals.

 

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 Des de la perspectiva familiar, com neix aquest projecte?

 Amb la promoció de l'avinguda del Tibidabo, el Doctor Andreu volia complir el seu últim somni, urbanitzar el Tibidabo i construir un parc d'atraccions. La idea era donar accés perquè la gent pogués arribar allí i aprofitar la plataforma de mirador natural que és i crear una sèrie d'activitats que tinguessin una utilitat d'entreteniment. Així es va urbanitzar l'avinguda del Tibidabo, es va construir el tramvia... i es va col·locar un hotel, que al principi va ser el Metropolitan i després ja es va quedar amb el nom de la Rotonda.

Primer va ser hotel, després clínica, després la decadència i la seva rehabilitació per part de Núñez i Navarro... Què van sentir quan van veure la lona descoberta i que s'havia recuperat La Rotonda?

 Una alegria enorme. D'una banda una pena, va fer pena desprendre's d'ella. No deixava de ser un element bastant representatiu d'aquest últim projecte del meu besavi: La Rotonda, l'avinguda del Tibidabo, el funicular i el Tibidabo. Però en aquell moment a la família li va interessar i ens vam posar d'acord.

I ara, tornar a veure-la brillant i rehabilitada... va acabar sent el que jo imaginava.

L'exterior és exactament el mateix. Des de fora no veus en absolut cap canvi. Està millor perquè està rehabilitada i això ens va produir una gran alegria. Al final aquí està, l'important és que estigui i si algú vol recordar que va ser del Doctor Andreu en el seu moment, doncs quin ben. També uns altres ho recordaran com una encertada obra d'Adolf Ruiz  Casamitjana... Però al final aquí està i en la seva esplendor una altra vegada, i per tant estem encantats. Des del meu punt de vista ha quedat impecable. A més, l'interior m'ha semblat una solució molt curiosa i molt en la línia de conjuminar una part protegida i emblemàtica amb una part funcional o moderna. A mi la veritat que el resultat m'ha agradat molt.

Vostès van participar en una visita privada per a la família. Prèviament es van organitzar unes jornades de portes obertes en les quals fins a 6.000 persones van venir a veure La Rotonda en un cap de setmana. Què li diu aquesta dada?

Doncs no ho coneixia, però m'alegra molt saber-ho. Suposava que podia haver-hi un cert interès, per tot el que suposava l'edifici, però no imaginava que podia ser tant. Moltes felicitats.

I ja per acabar, digui'm tres adjectius per definir-la actualment

Jo diria: històrica, entranyable i un lloc on estar, encara que no sigui un adjectiu. Des del punt de vista empresarial, si jo tingués una empresa, per a mi seria un lloc en el qual m'agradaria estar ara com ara.

 

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