Renace La Rotonda: Barcelona recupera una joya modernista

2016-07-07

Núñez y Navarro ha retirado hoy la lona que cubría la torre Andreu, el emblemático edificio del arquitecto Adolf Ruiz Casamitjana, popularmente llamado La Rotonda, que adquirió en 1999. El Grupo ha invertido seis años de trabajo en la rehabilitación de la fachada y el templete modernistas del simbólico edificio.

La actuación ha permitido a la construcción recuperar, un siglo después, su aspecto modernista original de 1906. En la intervención, se ha apostado por la máxima recuperación posible del exterior e interior del edificio inicial. Para ello, se rescatan y protegen el volumen primigenio, las fachadas principales y el interior recuperable de la construcción.

Descubriendo la fachada de La Rotonda (foto de Anna Mas)

En la presentación histórica, Txell Jubany, gestora cultural, ha comentado: “La intervención supone retornar al edificio su aspecto original modernista, es decir, el planeado inicialmente por Adolf Ruiz Casamitjana a partir del encargo del doctor Andreu. Barcelona recupera para las próximas generaciones una joya histórica símbolo de la ciudad”.

Txell Juvany (foto de Anna Mas)

Patrimonio abierto a la ciudad

La Rotonda se suma a una veintena de proyectos en los que el Grupo Núñez y Navarro ha recuperado para Barcelona, en los últimos 30 años, parte de su patrimonio arquitectónico; entre los cuales, algunos tan emblemáticos como la Casa Lleó i Morera, en la Mançana de la Discòrdia del paseo de Gràcia, o el Hotel 1898 de la Rambla de Barcelona, por citar solo dos.

Recuperar el esplendor de “la puerta del Tibidabo”

¿Cómo nació el edificio? ¿De dónde proviene? La torre Andreu, conocida popularmente como La Rotonda, tiene sus orígenes en el año 1900, cuando el empresario farmacéutico Salvador Andreu Grau pide permiso al Ayuntamiento de Barcelona para construir una caseta en la esquina de lo que entonces eran el paseo de la Diputación Provincial (paseo de Sant Gervasi) y la calle de Riego (avenida del Tibidabo). Los terrenos habían pertenecido a la viña llamada Can Gomis o El Frare Blanc, que se extendía desde el paseo de Sant Gervasi hasta la cima del Tibidabo, y que la familia Parés Gayol había vendido a la sociedad anónima El Tibidabo.

Los planos del edificio, calificado de viviendas, los firmaba el arquitecto Adolf Ruiz Casamitjana. Se cree, según los planos presentados posteriormente a 1906 por el mismo arquitecto, que será en este momento cuando ya se proyectará realmente el hotel de La Rotonda, un edificio en forma de ele con dos cuerpos rectangulares formando ángulos de 45 grados para articularse con otro cilíndrico rematado con una loggia o rotonda, el elemento arquitectónico que lo ha identificado a lo largo de los años.

Hacia el año 1910, La Rotonda ya era un edificio representativo y lujoso en los límites del nuevo Ensanche barcelonés y en la falda de la montaña del Tibidabo. Era la puerta del Tibidabo y de la ciudad. Desde un punto de vista artístico, en este primer periodo, destaca la decoración marcadamente modernista de las fachadas, a base de pináculos y mosaicos de temática lúdica y deportiva. El templete con la cúpula intensamente decorada a base de mosaicos, cerámicas, flores y esculturas zoomorfas es obra del gran ceramista Lluís Bru i Salellas, que fue uno de los artesanos colaboradores habituales del arquitecto Lluís Domènech i Montaner.

Las reformas sucesivas y el uso hospitalario degradaron el edificio y supusieron la práctica desaparición del su interior modernista original. Un siglo después, La Rotonda recupera, finalmente y merecidamente, su antiguo esplendor. Disfrutémosla juntos.

Templete modernista obra del gran ceramista Lluís Bru i Salellas (foto de Anna Mas)

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