Ricardo Fité: “Nuestra mayor responsabilidad es nuestra felicidad"

2020-02-21

Ricardo Fité tiene 46 años y vive en Esplugues de Llobregat, Barcelona. Aunque este es solo su lugar de residencia porque su hogar lo encuentra en cada uno de los destinos a los que viaja a bordo de su moto. De hecho, su pasión por los viajes le ha hecho abandonar su trabajo como profesor de educación física para poder dedicarse, como dice él, a la que es su mayor responsabilidad: la búsqueda de su felicidad. Y para encontrarla sólo necesita dos cosas: su moto y un destino, aunque sin rumbo fijo.

Hoy charlamos en Seventy Barcelona con el autor de No le digas a la mama que me he ido a Mongolia en moto y Cinco Veranos en Moto, para conocer de primera mano la historia de un motero en busca de la libertad.

¿Cuándo surgió en ti este amor tan irracional por las motos y los viajes?

Mi amor por las motos surge a partir de la necesidad de tener moto. Yo estaba estudiando en Lleida y tenía que ir a la facultad desde la ciudad. La combinación de autobuses era horrible, entonces me hice con una scooter y vi la libertad que me daba: salía de casa a la hora que quería, llegaba a los sitios a la hora que quería, los atascos no importaban… Cuando volví a Barcelona cogí el scooter, fui a hacer un poco de ruta y cuando estaba en Granollers noté que la moto ya no tiraba y que necesitaba algo mejor, con marchas. Entonces compré la primera dos y medio, con la que pude ir a los Pirineos, sitio en el que descubrí lo bonito que es viajar en moto.

Entonces, ¿fue aquel viaje a los Pirineos el momento en el que descubriste que la moto podía servirte para viajar a cualquier parte del mundo?

Sí. Yo ya había leído en revistas sobre gente que se movía y hacía sus aventuras en moto, que se iba de viaje con lo puesto. Empecé a preguntarme si yo lo disfrutaría tanto como ellos o si sufriría, porque también me gustaba mucho la montaña y leía sobre grandes alpinistas, pero cuando fui a la montaña me dio miedo la altura y dejé de intentar hacer lo que ellos hacían. Con la moto lo probé y me gustó. Entonces hice mi primer viaje a Marruecos, para comprobar qué tal me sentiría en viajes más largos, con lo puesto, durmiendo en casa de los locales… Fue una experiencia muy bonita, y a partir de entonces ya no lo he podido dejar.

Entrevista Ricardo Fité

¿Qué es lo mejor de viajar en moto? ¿Qué te aporta?

No es sólo una cosa, son mil sensaciones. Hay muchas cosas que te producen una sensación de bienestar, una de ellas es la libertad que te da la moto. Libertad en el sentido de: hoy estoy aquí y, si quiero, en un momento cargo mis cosas en la moto y me voy a otro sitio, a visitar otra ciudad. No me importan los atascos, no me importa nada, la sensación de moverme constantemente me hace sentir muy bien. Que te dé el aire en el pecho, o en el casco… eso es como cuando de pequeños abríamos la ventanilla en el coche y nos decían “cierra, cierra” pero queríamos respirar ese aire y notar como nos daba en la cara, una sensación increíble. También el placer del equilibrio en movimiento. En fin, es un cúmulo de cosas que te hacen sonreír cada vez que vas en tu moto.

¿Por qué viajas solo?

Viajaría acompañado si encontrara a alguien con quien tuviera máxima complicidad, con quien estuviera muy a gusto. Mis amigos con los que me pasa esto no pueden o no quieren dejar la vida que tienen aquí en Barcelona, hijos, familias, trabajos estables… no pueden dejar esto. Y con la gente que me he encontrado en el mundo de las motos aún no he logrado esta complicidad. Viajar solo es aburrido, pero hay que permitirse el hecho de aburrirse, entender que no puede ser interesante todo. La persona con la que vayas también debería entender eso. Hay quien dice que ir a Siberia en moto es aburrido, a mí no me lo parece, solo hay campos a los lados, pero como no espero que todo me impresione constantemente, estoy cómodo.

¿Cómo planificas tu ruta de viaje?

Depende del viaje. Por ejemplo, si yo tuviese que ir hasta Cabo Norte - que es un destino bastante típico y turístico - haría la primera parada en Chamonix, porque sé que allí hay un camping en el que se está muy bien y además se ve el Mont Blanc. Si además resulta que en Burdeos tengo un amigo, pararé allí y estaré una noche. Es decir, cada día y cada noche va en función de algo. Hay que ir sobre la marcha, es una de las gracias. Además, si va todo muy planificado, cuando algo no sale bien empiezan los nervios.  El hecho de ir muy planificado no te permite ser permeable a los cambios y dejar que el viaje en sí te vaya enseñando sobre la marcha. Lo mejor es tener un objetivo general y a partir de allí, ver lo que va pasando e ir consiguiendo cosas hasta llegar a él.

Los viajes turísticos en los que se visita lo más característico de los lugares está a la orden del día. ¿Qué opinas de este concepto de viaje?

En ese sentido opino que conviene relajarse, porque nunca vamos a acabar de conocer un sitio. Llevamos viviendo en Barcelona toda la vida y no sabemos nada prácticamente. Hay lugares o cosas que son brutales y no hemos visto, en cambio igual un turista sí. Yo pienso que viajar tiene que ser estar atento a lo que está pasando, permeable, que, si alguien te invita a conocer algo, aceptes la invitación, porque así es como se viven las experiencias. El concepto de viajar tiene que ir unido a la parte en la que tú te dejas contagiar de todo lo del exterior.

Hablábamos sobre la convivencia con las personas del lugar, ¿es eso lo que buscas en tus viajes?

Es una cosa que yo intento aprender a hacer desde hace años y me está costando muchísimo. Dejarme hacer, no intervenir tanto. Por ejemplo, el año pasado cogí una moto y la llevé hasta Angola. Compré esa moto para poder dejarla allí para quedarme un tiempo, sin embargo, cuando los locales me invitaban a determinados eventos sentía la necesidad de no aceptar y seguir tirando, no me estaba dejando contagiar. En ese sentido sigo demasiado hermético. Ahora acepto todas las invitaciones que puedo, porque así no dejo de aprender. Además, necesito sentirme más libre.

¿Cuál es el mayor aprendizaje que has sacado de tus viajes hasta ahora?

He aprendido que nuestra mayor responsabilidad es nuestra felicidad, y que muchas veces renunciamos a ella con nuestras propias excusas, una pérdida de tiempo. He aprendido a, en lugar de priorizar lo que hasta ahora venían siendo responsabilidades, priorizar mi felicidad. Estoy aprendiendo a darle un giro a este concepto de responsabilidad, porque mi mayor responsabilidad es mi felicidad y mi campo de placer.

Y después de tantos kilómetros en moto, ¿hay alguna anécdota que se te haya quedado grabada en la memoria para siempre?

La gente que viajamos a este nivel tenemos anécdotas de forma constante. Recuerdo que en Mongolia hubo un día que iba con la moto y como no sabía ir por pista, a causa de la velocidad, me caí.  No me hice nada, pero la moto quedó dañada y no funcionaba. Mientras miraba de arreglarla apareció un niño de unos 11 años que era pastor y me llevó a una casa que había cerca. En esa casa querían ayudarme a arreglar la moto a toda costa, pero era tarde e intenté explicarles que quería dormir y hacerlo al día siguiente. No nos entendíamos en ningún idioma hasta que uno de la familia apareció con un diccionario mongol – inglés. Busqué la palabra “tomorrow” y se la mostré, con la mala suerte de que el ejemplo de frase del diccionario era: tomorrow is my birthday. De repente, toda la familia empezó a cantarme el Cumpleaños Feliz, a las 8 de la tarde, en el desierto de Mongolia.

Y al final ¿qué pasó con la moto?

Al final nos entendimos, la conseguimos arreglar al día siguiente.

Imagino que a veces pasas por lugares en los que no hay nadie, estás solo. ¿Llevas algún tipo de tecnología especial para estar localizado?

No. No me gusta el hecho de ir tan localizado, no sé por qué, pero me estresa. Además, nunca he tenido la sensación de estar perdido y solo porque no hago travesías campo a través. Al final, en cualquier sitio, en 3 o 4 horas siempre pasa algún coche. Y si hay un problema, la gente siempre te ayuda. Si hay pista, tarde o temprano pasará alguien.

¿Con qué destino de los que has visitado te quedarías y por qué?

Yo estoy muy cómodo en los países de la Unión Soviética porque hablo un poco de ruso, porque me hace mucha gracia su idiosincrasia, y porque es mi fetiche, como el de otros puede ser China o África. A mí todo lo soviético me hace sentir cómodo.

Ricardo Fité

¿Cuál es para ti el mejor momento del viaje?, ¿cuándo empieza y cuándo termina tu viaje?

El viaje empieza en el momento que piensas “lo voy a hacer” y empiezas a planificar. A partir de ahí, decides el destino y te pasas todo el día pensando en eso. El peor momento es la vuelta a casa. Nos invade una especie de depresión post vacacional multiplicada por mucho. Tú llevas una rutina durante uno o dos meses haciendo lo que más te gusta que es ir en moto, durmiendo en sitios diferentes, conociendo gente y lugares distintos… y de repente te ves otra vez en la rutina, en un sitio en el que ya conoces absolutamente todo, y lo último que te apetece es retomar tu vida de siempre. Allí empieza una especie de desastre que poco a poco se va apaciguando, hasta que empiezas a pensar cuál será el siguiente destino y comienzas a ilusionarte de nuevo.

¿Cómo gestionas estas crisis?

Para que se entienda, te vas en desarrollo social 8 y vuelves en desarrollo social 3. Porque te has ido con un trabajo estable, pareja, casa, ahorros… y cuando vuelves ya no tienes algunas de esas cosas y además puede que estés incluso enfermo. Entonces cuesta retomar otra vez los hábitos y la vida que tenías.

¿Cuánto tiempo te dura este proceso de readaptación a la realidad?

Pues como el mal de amores, si la relación ha sido muy larga pues te dura más, y si la relación ha sido más corta pues dura menos. Tampoco le doy mucha importancia.

¿Cómo crees que está afectando el turismo a la ciudad de Barcelona?

El turismo en las ciudades es un problema porque es un estrés para los autóctonos. Las riadas de turistas arrasan con la cultura y las tradiciones locales. Todas las ciudades atractivas se convierten en una especie de Walt Disney y pierden interés porque no puedes contagiarte de nada. Ir a Roma ahora no es igual que ir hace 50 años. Hay tanta gente que no puedes estar tranquilo, no te sientes en casa. Si quieres ver la Rusia real tienes que salir de San Petersburgo o Moscú. Llega un momento en el que a mí ya me satura tanto el turismo que me da igual en que ciudad estoy, me parece todo lo mismo, porque se ha perdido la magia de las ciudades.

Por ejemplo, yo he hecho de turista en San Petersburgo mientras me arreglaban la moto, y vi lo más famoso, lo que sale en las guías. Eso es lo estándar, lo tradicional. Pero, además, si eres inquieto hay muchas más cosas por ver. A mí se me metió en la cabeza que quería ver la fábrica de motos rusas - que está en mitad de Siberia - entonces decidí dejar las guías e ir allí. Pude entrar y fue lo más satisfactorio.

En este sentido, ¿alguna vez has sentido que te estaban llevando por donde querían?

Me pasó en San Petersburgo, acabé saturado de ser turista. Es un auténtico estrés todo esto de entrar a un sitio, hacer la foto y adiós, además con gente por todos lados.  

Cuando vuelves a Barcelona, ¿cómo la ves?

Barcelona sigue igual, y eso reafirma mi idea de que ha sido buena idea salir y que el tiempo aquí parece que avanza y la gente sigue su vida y todos envejecemos con un mismo final. Aun así, siempre echo de menos la complicidad de la gente de aquí y estar en mi casa de Esplugues. Eso me da ganas de volver.

Has vivido en ciudades como Estocolmo, ¿qué te da Barcelona como ciudad para vivir a diferencia de otras?

La complicidad de la gente. Además, Barcelona es una ciudad bonita, que conozco y en la que me siento como en casa. De todo lo que he hecho aquí me han salido amigos duraderos, amigos que no tienes cuando estás fuera y te sientes un poco solo.

¿Cuáles son tus próximos destinos y viajes?

Estamos trabajando con Benelli en hacer una primera vuelta al mundo, estamos intentando llegar al presupuesto y buscando patrocinadores. Si no llegamos al presupuesto, lo que me va a pasar es que no voy a tener casa cuando vuelva y a estas alturas de mi vida ya no quiero cerrar más casas, quiero volver y que me estén esperando mis cosas. También quiero poder escribir el que sería mi cuarto libro. Ahora tengo entrevista con una marca de cascos y me cuesta mucho convencer a los departamentos de marqueting de que lo que les ofrezco es un buen contenido para que ellos saquen mucho provecho.

Ricardo Fité

Y con la vuelta al mundo, ¿tienes trazada la ruta?

Ayer empecé a pensarlo. Al principio quería ir por China, para visitar la fábrica de motos de Benelli allí, pero con todo esto del coronavirus se está tambaleando la idea. Lo mejor entonces sería hacerla en vez de horizontal, vertical, empezando por África, Sudamérica y Canadá hasta volver a Europa por el norte.  La ruta vertical, nos llevará un año.

¿Te consideras un valiente?

Sí, en el sentido de que no sólo he aceptado este estilo de vida, sino que sigo luchando por consolidar el concepto de que mi máxima responsabilidad es mi felicidad y todo el campo del placer.  Eso choca con lo que durante 40 años he creído.

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